Cuenta la historia que los duendes y zánganos infernales salían de las montañas y espesuras boscosas del Agüil para pasearse y visitar las dos calles que en ese entonces habían en Aguachica.

El abuelo al ver esto, apresurado corrió hasta su casa que quedaba cerca del Bosque y tocó la puerta para que le abrieran, una vez adentro se desmayo quedando privado hasta el otro día y al despertar contó lo que le había pasado; días después volvió a aparecerse, pero esta ves a Pedro Badillo, Zenén Guerrero y a Juan Manuel Amaya que creyeron también en el hombrecito, pues se burlaban y decían que era puro cuento del abuelo.
Autor: Rebeca Martínez